CUERPOS REPRESIVOS, POLICIA
Desde el comienzo de la Segunda Intifada en septiembre de 2000, las fuerzas israelíes han matado y heridos a miles de personas en Palestina. Sólo durante las llamadas Marchas del Retorno en Gaza en 2018-2019, manifestaciones pacíficas de civiles desarmados, al menos 312 personas fueron asesinadas, incluidos médicos, periodistas, discapacitados y al menos 59 menores. Aproximadamente 29.000 manifestantes resultaron heridos gran parte de estos con amputaciones.
El empleo de métodos de tortura durante los interrogatorios a personas detenidas palestinas se ha generalizado entre las fuerzas militares y de seguridad israelíes. De hecho, en 1996 la Corte Suprema de Justicia de Israel legitimó los interrogatorios coercitivos y dictaminó que sólo el ser esposado con dolor podía considerarse un acto de tortura.
Un 85% de los detenidos sufren torturas y malos tratos. Las mujeres también son sometidas a amenazas y abusos durante las detenciones, como medidas de presión para su familia.
Los métodos de tortura más comunes son: privación del sueño, denegación de atención médica, música ruidosa, palizas, descargas eléctricas, violaciones sexuales, vejaciones, estiramiento de extremidades, privación de comida, agua o el uso del baño, presiones psicológicas, introducción de la cabeza de la persona detenida en sacos con orina o excrementos, prolongada exposición a luces brillantes, al sol, al frío o a la lluvia.
La práctica sistemática de torturas por parte de las fuerzas militares israelíes vulnera la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Castigos Crueles, Inhumanos o Degradantes de 1984 en todas sus disposiciones. Asimismo viola el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la III Convención de Viena de 1949, varios artículos de la Cuarta Convención de Génova, así como de la Cuarta Convención de Ginebra y otras muchas leyes internacionales como
la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 5, “nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Incluso la Sección 277 de la Ley Penal israelí de 1977 prohíbe la tortura e incluye sanciones penales por su práctica.